El Museo de
Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO) es uno de los edificios más conocidos de
nuestra ciudad. A ello ayuda su función y su situación, en pleno centro de Vigo
en la calle Príncipe.
Representa
además un ejemplo de rehabilitación, y de cómo un edificio "feo",
viejo y mal conservado puede convertirse en un icono arquitectónico y dedicarse
a fines culturales y sociales.
El edificio
nació en el siglo XIX. El Vigo de 1861 necesitaba como agua de mayo "una
cárcel pública, cómoda, segura y salubre", en palabras de Taboada Leal.
Es por ello que
el 16 de mayo de ese mismo año, el organismo ministerial competente en la
materia aprueba la construcción de una nueva prisión para la ciudad de Vigo y
encarga el proyecto al arquitecto provincial.
Su autoría corresponde al
arquitecto José María Ortiz y Sánchez. Pero lo que en un principio se proyectó
tan sólo como cárcel se convirtió en un Palacio de Justicia con juzgados,
prisiones y albergue para los guardianes.
Su construcción
terminó en 1880, siendo esa la fecha que se inscribió sobre mármol blanco en el
frontispicio de la fachada principal del edificio.
En sus inicios, el
inmueble, de planta hexagonal irregular, ocupaba una superficie de 3.230 metros
cuadrados, de los cuales 2.470 pertenecían a la superficie cerrada y cubierta,
y los 760 restantes a los cuatro patios interiores.
Su fachada principal que daba a la antigua carretera de Orense (lo que hoy es la calle
Príncipe), destaca por ser muy esbelta en sus proporciones y por el elevado
zócalo que la recorre. Tiene un cuerpo central ligeramente saliente de sillares
almohadillados y una escalinata y un tratamiento decorativo que impregnan al
edificio de un carácter noble y señorial.
En la segunda
planta presenta un balcón corrido de piedra sobre ménsulas del mismo material.
Sobre él destacan tres puertas con forma de arcos semicirculares enmarcadas entre
pilastras corintias que se prolongan en un remate que sostiene un reloj.
El cuerpo
central así como todos los detalles constructivos (zócalo, antepechos corridos,
esquinales, recercados, cornisas, remates,...) están hechos con sillería de
granito. Los entrepaños están realizados en cambio con muros de mampostería
revestida.
Esta
alternancia y proporción de huecos y macizos dota a la composición central del
edificio muchísima armonía.
En
contraposición a la fachada principal, las fachadas laterales y posterior (que
dan a la Ronda de Don Bosco y a la calle el Progreso) resultan un poco pesadas
en su relación vanos-macizos. Esto puede entenderse dada la función de prisión
que desempeñaba el edificio.
La entrada
posterior destaca por su verticalidad en su disposición decorativa. Se enmarca
en una especie de pilastras dentadas de sillares almohadillados y se remata con
un petril y frontón con hueco circular. Todos los elementos decorativos
(zócalo, enmarques, recercados,...) son de sillería de granito. El resto está
revestido con mortero coloreado imitando al ladrillo.
Su planta
hexagonal irregular se desarrolla sobre un eje de simetría central y perpendicular
a la fachada principal. Está formada por un cuerpo forntal rectangular de
triple crujía y de 66 por 13,20 metros con fachada a la calle Príncipe, tres
naves radiales de 11 metros de ancho que parten de un cuerpo central circular
de 22 metros de diámetro, y otros cuerpos laterales de 6,6 y 6 metros de ancho
que cierran y completan los otros cinco lados del inmueble.
Esta
disposición radial de las naves ya fue utilizada a finales del siglo XVIII en
la Maison de Force en Ackerghem (en las afueras de Gante) y siguió usándose
ocasionalmente después de 1900. Tenía como finalidad razón de ser favorecer la
labor de vigilancia.
En su interior cabe
destacar las galerías, así como la rotonda central donde se situaba la capilla
y las escaleras. Se iluminaban cenitalmente con vidrieras, que juntos a los
patios interiores, daban una claridad luminosa natural increíble.
En el interior también se
empleó la sillería labrada de granito, sobre todo en los elementos resistentes.
Aunque en su
origen fue de dos plantas, al cabo de unos años se le añadió una tercera en los
tres cuerpos de fachada posteriores y en la nave central que los comunica.
Así, el
edificio pasó a disponer de una superficie cerrada total de 5.800 metros
cuadrados.
El edificio
estaba incluído en el ya anulado "Plan Especial de Protección de
Edificios, Conjuntos y Elementos a conservar" de 1983 como elemento
conservable básico. Sin saber el motivo se
le fue borrada tal consideración y se dejó en libertad su derribo, ya que el
Concello tenía un proyecto mucho más grandioso. Encargando el proyecto al
arquitecto Ricardo Bofil, se pretendía derribar el edificio para crear una
plaza abierta ("Plaza de la Concordia" era su nombre) y una pequeña
edificación que subvencionara el coste de las obras.
Sin embargo,
surgen voces discordantes con el proyecto. El prestigioso arquitecto portugués
Álvaro Siza Vieira se manifiesta en 1986 contrario a su derribo y aboga por su
conservación, motivo por el cual el alcalde (Don Manuel Soto Ferreiro) decide
prescindir de sus servicios. También se muestra a favor de su conservación el
arquitecto Javier Sainz de Oinza, el catedrático de Historia del Arte de la
Escuela Superior de Madrid, Pedro Navascués Palacio, el Colegio de Arquitectos
y varios intelectuales vigueses.
Finalmente la lucha de
estas personas desinteresadas obtiene sus frutos y el 6 de octubre de 1990 la
Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta de Galicia declara el edificio como
Bien de Interés Cultural. Así, el 24 de marzo de 1995 (siendo alcalde de la
ciudad Don Carlos González Príncipe) se adjudica el proyecto de rehabilitación
al equipo de arquitectos vigueses Salvador Fraga Rivas, Francisco Javier
García-Quijada Romero y Manuel Portolés Sanjuán. El objetivo es destinar el inmueble
a Museo de Arte Contemporáneo (MARCO).
El proyecto de
rehabilitación propuesto por los arquitectos ha querido respetar la fisionomía
original del antiguo edificio. Aunque mantiene su esquema radial se ha
modificado su fachada posterior dotando al edificio de un paseo peatonal, con
escalinata que lo comunica con las calles posteriores.
Las obras comenzaron en otoño de 1999.
El 22 de octubre de 2002, el Concello de Vigo, la Xunta de Galicia, la
Diputación Provincial de Pontevedra y Caixanova crean la Fundación MARCO, una
fundación encargada de gestionar las actividades del museo y bajo la tutela del
Servicio de Fundaciones de la Xunta de Galicia. Su primer presupuesto para el
museo fue de 2 millones de euros.
Finalmente se inaugura el 15 de novimebre de 2002.
Cabe señalar también que el
11 de enero también entra a formar parte de la Fundación MARCO el Ministerio de
Cultura.
El actual
edificio dispone de más de 10.000 metros cuadrados divididos en cutrao plantas
y un edificio anexo. Destaca sobre todo el panóptico central rematado con una
cúpula acristalada, del que parten radialmente las tres galerías y los antiguos
cuatro patios.
La planta sótano es de uso
restringido y está destinada a servicios técnicos, almacén de obras y
maquinaria.
La planta principal alberga
la zona de libre acceso con las salas de exposiciones (2.000 metros cuadrados)
y cafetería-restaurante, tienda-librería, guardarropa, hall de información y
sala de actos-auditorio.
La planta
primera está dedicada exclusivamente a exposiciones (1.690 metros cuadrados) y
el resto a Centro de Documentación, Mediateca, un taller pedagógico infantil y
un guardarropa.
Finalmente, en
la segunda planta se ubican las oficinas del personal. Cuenta con dos espacios
independientes bajo-techo con acceso exclusivo desde las oficinas de los
extremos de la planta que albergan el despacho de dirección y la oficina de la
Asociación de Amigos del Museo, respectivamente.
El museo también cuenta con
un pequeño edificio situado en la parte posterior del edificio destinado a Sala
de Proyectos.
Se trata del museo de arte contemporáneo más grande de Galicia y uno de
los mejor dotados del país. Cuenta con sistemas de control de humedad y
temperatura para cada zona según las necesidades, almacenes separados para
pintura, obra en papel y escultura, puertas de gran altura que facilitan el
montaje de exposiciones, sistemas de seguridad inteligente con acceso mediante
tarjetas, etc.