El instituto
Santa Irene, uno de los edificios más conocidos y emblemáticos de Vigo, es un
legado que debemos agradecer al filántropo Don Policarpo Sanz.
El empresario natural de
Marín, tras su muerte, legó toda su fortuna a la ciudad de Vigo, pero con una
serie de condiciones. Una parte de su fortuna iría destinada a la construcción
de un edificio de piedra para albergar un colegio e instituto con el nombre de
su esposa: Santa Irene. En este instituto además se reservaría una sala para
exposición de su colección de arte.
Tras la muerte
de su esposa, Irene de Ceballos, en 1935, el legado de Policarpo Sanz pasó a
manos de la ciudad de Vigo. Pero no es hasta 1941 cuando el Concello, presidido
por Luis Suárez Llanos, inicia la construcción del instituto en una parcela de
la zona de Traviesas. El arquitecto encargado de realizar el edificio es
Antonio Cominges Tapias, que por aquel entonces era uno de los arquitectos más
solicitados en nuestra ciudad. Su estilo historicista y regionalista casaba muy
bien con la mentalidad de la época. El constructor del proyecto sería Pérez
Conde.
Las obras
finalizan en 1946, siendo inaugurado el edificio el 16 de septiembre del mismo
año.
El inmueble, de
estilo historicista, presenta una planta de forma de E, con tres alas
perpendiculares al cuerpo de la fachada principal, buscando así la mayor
iluminación exterior posible y máxima ventilación. El edificio se diseñó para
albergar en su interior las aulas, paraninfo, gimnasio, despachos y laboratorios,
además de la sala destinada a exponer la colección de arte de Policarpo Sanz.
En la fachada principal,
que es simétrica, podemos apreciar el estilo clasicista y sobrio del edificio,
presente por ejemplo en la ornamentación del cuerpo central, destacado con una
torre que actúa como el elemento emblemático y protagonista del conjunto. La
torre está inspirada en el templo parisino de Saint-Sulpice con su torre norte
de estilo neoclásico y contruido en 1780 por Jean-François Chalgrin.
También hay que
mencionar las dos grandes escaleras que antiguamente separaba a los alumnos por
sexo.
En la construcción hay que
destacar también la utilización de granito blanco de Ulló, Arcade, de gran
calidad.
Con el paso de los años el
instituto Santa Irene se ha convertido en uno de los iconos urbanos de nuestra
ciudad. Su privilegiada situación y su estilo monumental hacen que sea el punto
de encuentro de los vigueses en muchísimas celebraciones.