La construcción
de las murallas de Vigo en el siglo XVII suponen el primer hecho significativo
del avance y desarrollo de la ciudad.
Las murallas de
Vigo se construyen durante el reinado de Felipe IV, en 1656, para proteger la
ciudad de los saqueos producidos por los portugueses, con los que España estaba
en guerra por la independencia de Portugal.
El plan que
ordena construir consiste en trazar unos baluartes que desde el Castro abarquen
San Francisco y la Pescadería, las fuentes del Placer y de los Tornos, así como
el burgo de las Huertas.
La muralla se
cerraría en la ermita de San Sebastián, donde además se construiría un fuerte.
La muralla, que carecía de
foso, iba desde el Castillo de San Sebastián pasaba por la puerta del Sol,
bajaba por la calle Carral hasta A Laxe, donde bordeaba el mar hasta O Berbés
hasta el arranque de la calle Real y desde ahí ascendía hasta el Castillo de
San Sebastián, cerrando las murallas por el sur a modo de ciudadela fortificada
que domina la villa desde su altura.
En 1665, en
plena guerra con Portugal y después de haber sido sitiada por tropas portuguesas
durante 6 días, el Condestable de Castilla ordena completar las obras de las
murallas de la ciudad y para ello cuenta con la ayuda de los ingenieros
militares Carlos y Fernando de Grunemberg, que fueron los que propusieron un
proyecto de enlace entre los castillos del Castro y San Sebastián. Pero fue el
capitán Juan de Villarroel y Prado quien proyectó y dirigió las fortificaciones de Vigo desde su
comienzo.
En el perfil
que se conserva en el Archivo de Simancas de 1667, aparece ya reflejado un
recinto amurallado con los castillos del Castro y San Sebastián.
Con todo hay
que decir que tanto la construcción de las murallas como la de los castillos de
San Sebastián y del Castro, nunca proporcionaron demasiada seguridad a los
vigueses.
El castillo de
San Sebastián se construyó con una notable falta de medios y con mucha prisa
(por temor a un posible ataque anglo-portugués), lo que propició que los muros
no se hicieran con suficiente consistencia ni que se fortificara el exterior
con fosos, caminos cubiertos, rebellines, etc.
Cuando se produjo en 1719
la invasión inglesa la guarnición que defendía el castillo lo abandonó para
refugiarse en el castillo del Castro debido a su inseguridad.
En 1719 es
declarado en estado ruinoso y prácticamente inservible por Pedro Daubeterre,
por lo que el castillo es abandonado.
En 1756
Francisco Llobet realiza un informe en el que señala que sólo servía para
encerrar ganado.
En 1800 el fuerte sigue en estado ruinoso y sin puertas.
A principios
del siglo XIX se construyó un hospital en su interior y el lienzo de muralla
con ángulo entrante que mira hacia la Puerta del Placer se convierte en ángulo
saliente para aumentar la superficie interior.
En 1927 el alcalde Mauro Alonso Giménez-Cuenca se planteó la recuperación para Vigo de los castillos del Castro y San Sebastián. El
castillo sirvió de cuartel militar hasta que el 28 de marzo de 1964, siendo
alcalde José Ramón Fontán, se entrega al Ayuntamiento de Vigo, gracias a las
negociaciones hechas por el anterior regidor Alberto Varela Grandal.
En 1970 el Concello decide
derribar el baluarte y los dos medios baluartes para construir en su lugar el
nuevo edificio consistorial. El alcalde por aquel entonces era Antonio Ramilo
Fernández-Areal tenía la construcción del Pazo municipal como uno de sus
objetivos en su programa de actuación municipal.
En 1972 se
colocó la primera piedra del edificio, para lo que hubo que eliminar algunos
lienzos del muro del castillo de San Sebastián.
No sólo los
intereses especutalivos privados fueron los responsables de la destrucción del
patrimonio cultural arquitectónico vigués. Los sucesivos gobiernos locales
también tuvieron mucha culpa en ello.
La construcción del
edificio se terminó en 1976 y el 26 de julio de ese mismo año se inauguró con
la presencia de los Reyes de España ante unas 60.000 personas que llenaron la
plaza del Rey, siendo entonces alcalde de Vigo Joaquín García Picher.
En 1983 se
consiguió evitar el derribo de lo que quedaba del castillo de San Sebastián al
presentarse una alegación al plan especial de edificios a conservar para que no se perdiera un bien de
valor histórico. En esa misma época también se pudo salvar el colegio Alemán y
el puente romano de Castrelos.