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domingo, 23 de febrero de 2020

Edificio Real Club Naútico de Vigo





El Real Club Náutico de Vigo, fundado el 17 de abril de 1906, en la década de los 30, debido al cada vez mayor número de socios, necesitaba unas nuevas instalaciones que albergaran su sede social.

Así, en 1944 se encarga el proyecto del nuevo edificio Social del club al arquitecto Francisco Castro Represas en los terrenos donde anteriormente estaba el Edificio de Viajeros, que sería derribado. La inauguración fue el 4 de agosto de 1945 resultando todo un éxito de afluencia.

El inmueble, de estilo racionalista, se convirtió de inmediato en un símbolo de la ciudad y un motivo de orgullo para los vigueses.

Cabe destacar la estrecha relación que guarada con el edificio del Club Naútico de San Sebastián que fue construido anteriormente entre 1928 y 1929 según el proyecto de los arquitectos D. José Manuel Aizpurua y D. Joaquin Labayen, también de estilo racionalista y con formas y elementos similares.

La construcción de estos edificios era un acto de valentía por parte de los arquitectos, ya que en esa época el estilo racionalista estaba asociado a la II República y no estaba muy bien visto por el régimen franquista.

Para su construcción se emplearon pilotes debido a la dificultad de conseguir una cimentación bajo el agua. Esos pilotes se prolongaron en las plantas del edificio como pilares cilíndricos.

El edificio está fuertemente inspirado en las construcciones navales. Su forma aerodinámica, sus escaleras, varandillas, terrazas, parasoles, ojos de buey, y más elementos proporcionan al conjunto un aspecto de navío atracado en el puerto de Vigo.


En su fachada había una serie de terrazas escalonadas que servían de palcos para eventos sobre la explanada que se prolongaba hasta el Hotel Universal. Posteriormente, la terraza principal se cubrió dando al edificio otro aspecto y perdiendo su ligereza compositiva. También se cometieron algunos añadidos al edificio y con los rellenos que se fueron cometiendo se perdió el contacto del inmueble con el mar, que era su razón de ser.

Se trata sin duda de una de las joyas racionalistas de nuestra ciudad y uno de los edificios más emblemáticos.